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Mostrando entradas de septiembre, 2014

Las transformaciones -William Ospina -El Espectador

Por: William Ospina | Elespectador.com Matar en nombre de Dios en una vieja costumbre. Ese dios no es el dios del amor que predicó Cristo, ni el Dios que es el Universo según Spinoza, ni el dios hospitalario de los musulmanes, ni el dios que es hermano de sus criaturas, como quería Francisco de Asís, ni el dios amoroso de los místicos, ni el dios intelectual de la Cábala o de Tomás de Aquino. Es el viejo dios de los ejércitos, que predicaban las religiones del libro, y que sigue tan vivo como hace diez siglos. Los gobernantes cristianos de hoy no sólo tienden a olvidar a su dios pacifista sino a olvidar todo lo equivocado que antes hicieron en su nombre. Olvidan el proceso que siguió el cristianismo para imponerse sobre Occidente. Aprovecharon la tolerancia religiosa de Roma para abrirse camino, pero se volvieron una religión intolerante al acceder al poder. Libraron guerras contra todos los dioses e impusieron el culto al dios único. Pasaron de las guerras contra l

El Sonido a lo largo del siglo XX

Por : ANA MARÍA OCHOA GAUTIER   (Medellín). Etnomusicóloga y profesora del departamento de música de la Universidad de Nueva York. Libros publicados: Entre los deseos y los derechos. Un ensayo critico sobre políticas culturales (Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología) y Músicas locales en tiempos de globalización (Argentina, Editorial Norma). Colaboradora habitual de Número, coordinó la separata «Músicas brasileñas contemporáneas», publicada en la edición 49 de la revista. Se ha dicho que el siglo XX fue el del terror. El siglo en el que la maquinaria de la muerte adquirió su más alta sofisticación. Sin embargo, ninguna época tiene un solo rostro y los momentos de la vida —incluso aquellos plagados de crueldad— están siempre atravesados por corrientes diversas. El siglo XX también se puede denominar como el siglo del sonido. El tiempo en el cual las máquinas del sonido dispersaron las ondas musicales como nunca antes, en el que los ruidos de la ciudad se multiplicaron,

¿Hasta cuándo dormido?- Cuento anónimo hindú

Era un pueblo de la India cerca de una ruta principal de comerciantes y viajeros. Acertaba a pasar mucha gente por la localidad. Pero el pueblo se había hecho célebre por un suceso insólito: había un hombre que llevaba ininterrumpidamente dormido más de un cuarto de siglo. Nadie conocía la razón. ¡Qué extraño suceso! La gente que pasaba por el pueblo siempre se detenía a contemplar al durmiente. -¿Pero a qué se debe este fenómeno? -se preguntaban los visitantes. En las cercanías de la localidad vivía un eremita. Era un hombre huraño, que pasaba el día en profunda contemplación y no quería ser molestado. Pero había adquirido fama de saber leer los pensamientos ajenos. El alcalde mismo fue a visitarlo y le rogó que fuera a ver al durmiente por si lograba saber la causa de tan largo y profundo sueño. El eremita era muy noble y, a pesar de su aparente adustez, se prestó a tratar de colaborar en el esclarecimiento del hecho. Fue al pueblo y se sentó junto al durmiente. Se concentró pro

El manual gringo para entender a Colombia- Revista Semana

Este publicación es una sugerencia de la estudiante Linda López Fabra “El Ejército de Estados Unidos tiene un documento para que los funcionarios que vienen al país entiendan la mentalidad colombiana. En junio de 1944, soldados ingleses que desembarcaron en Normandía para combatir a los nazis llevaban en el bolsillo un librito llamado Instrucciones para los Hombres del Servicio en Francia. Tenía pocas páginas y contenía consejos para tratar correctamente a los franceses, invadidos y humillados por Adolf Hitler. Su autor, el periodista Herbert Ziman, lo escribió para miles de paisanos suyos que estaban próximos a ver a un francés a la cara por primera vez en sus vidas. Les pedía que estuvieran atentos porque en tierras galas el té era “escaso” y porque las “poco tímidas” francesas podían ser buenas aliadas siempre y cuando ellos no confundieran amistad con coqueteo. Pero Ziman también les habló de lo difícil que era arribar a un país en guerra y así, al final, admitió resignado: